Gran Bretaña (2004)
Dirigida por Michael Winterbottom
Kieran O'Brien, Margo Stilley
Como diría Johnathan Shields (¿alguien sabe quién es?): ¡un rábano!
Un director de cine dijo una vez que las escenas de sexo son complicadas porque detienen el avance de una película. Tenía razón. Es un mérito saber integrarlas y darles sentido en el ejercicio de síntesis que suele ser una película. Seguramente se puede decir lo mismo de las escenas de música. Esta película no consigue integrar ni una cosa ni la otra. Ý teniendo en cuenta que se estructura a partir de sexo y música, el batacazo es estrepitoso.
No hace falta que una película tenga argumento para que te guste. Ésta no lo tiene. No es ese su defecto. El problema es que no existe aquello que debe suplirlo. Se supone que es el retrato de una relación. Cuesta empatizar con los personajes cuando estos no consiguen siquiera empatizar entre ellos. No vemos debilidades en este hombre y en esta mujer. No vemos material para el drama y nada nos lleva tampoco a la risa. Es una cadena plana, sin alma. Sin una entidad dramática, los personajes son figuras que pululan, hacen y deshacen ante nuestros ojos para producir solo tedio.
Nunca hubiera dicho que me produciría tedio una película con sexo explícito y música de la buena. El endiosado de Michael Winterbottom lo consigue, y la culpa es toda suya, porque desde las interpretaciones, hasta la fotografía, y por supuesto la música, están a buen nivel. Me costará mucho volver a ponerme ante una película de este director, que con tan buen material entre manos, solo consigue hacer un rábano (como diría Johnathan Shields).
No hace falta que una película tenga argumento para que te guste. Ésta no lo tiene. No es ese su defecto. El problema es que no existe aquello que debe suplirlo. Se supone que es el retrato de una relación. Cuesta empatizar con los personajes cuando estos no consiguen siquiera empatizar entre ellos. No vemos debilidades en este hombre y en esta mujer. No vemos material para el drama y nada nos lleva tampoco a la risa. Es una cadena plana, sin alma. Sin una entidad dramática, los personajes son figuras que pululan, hacen y deshacen ante nuestros ojos para producir solo tedio.
Nunca hubiera dicho que me produciría tedio una película con sexo explícito y música de la buena. El endiosado de Michael Winterbottom lo consigue, y la culpa es toda suya, porque desde las interpretaciones, hasta la fotografía, y por supuesto la música, están a buen nivel. Me costará mucho volver a ponerme ante una película de este director, que con tan buen material entre manos, solo consigue hacer un rábano (como diría Johnathan Shields).
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